Textos

La ilustración (sobre el papel del arte)

"Coja un libro y rompa todas sus páginas. Después ya se verá."
(Primera instrucción de La Politique, cuaderno de instrucciones, Rubén Barroso, 2013)






Quítame la rebelión.
Lectura y contradicción
F. David Ruiz y Salvador J. Tamayo.


“Si estas decidido a seguir jodiéndome la vida, a
seguir humillándome, a seguir dándome por el culo,
a seguir haciéndome daño, a seguir mintiéndome,
engañándome, por que no me quitas al menos la
rebelión. Hazme sumisa. Quítame la rebelión.
¿Por qué no me quitas la rebelión?”
Angélica Liddell


       Para la lectura “Quítame la rebelión”,  F. David Ruiz y Salvador J. Tamayo partirán  de dos textos dramáticos base: Te haré invencible con mi derrota Perro muerto en tintorería (Nórdica Libros, 2008) de Angélica Liddell. Los autores  usarán estas  piezas como inicio por lo que la Premio Nacional de Literatura Dramática puede aportar con la crudeza de sus temas y sus poco convencionales usos del teatro, dándole sentido  al recital desde la parte más textual de sus obras. Esto les acerca e introduce de lleno también en el  subtitulo que este año llevan las jornadas: “En escena”.

“Quítame la rebelión” pretende, por tanto, aportar una visión sarcástica y mordaz de la pérdida como concepto global, y de la alienación desoladora provocada por la ausencia de aspectos básicos. Desde un yo que se compromete desde una cierta distancia irónica, irá traduciéndose en complicidad con un espectador extrañado, envuelto desde el principio en conceptos que pretenden crear contrastes e incluso rechazo desde el título de la lectura.








Carlos I. Faura
Z intervenciones

        En los últimos años, la crítica ha considerado que la repetición se erige como principio constructivo de la obra de arte narrativa. Las reiteraciones de todo tipo de elementos que aparecen a lo largo de una novela, de una obra de teatro o de un filme, logran despertar la memoria de los receptores para crear una fuerte adhesión emotiva entre ellos y los relatos sobre la que se cimienta el significado del discurso artístico. Mirando esta pieza escultórica, me ha venido a la cabeza la película Ser o no ser, dirigida por Ernst Lubitsch en 1942. En ella, un grupo teatral representa en Varsovia el Hamlet de Shakespeare en los días previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial. El elemento reiterativo más reseñable es la famosa frase inicial del monólogo teatral que ya figura en el título. Se pronuncia hasta nueve veces, dentro y fuera del escenario, ya que el sentimiento de duda supera las fronteras de la ficción y adquiere connotaciones diferentes debido al transcurso de los horribles acontecimientos.

En su caso, lejos de la narrativa, los ocho ángulos rectos de Carlos I. Faura evidencian la estructura de repetición con diferencia que también caracteriza esta obra. Tal énfasis resta importancia a la igualdad de la forma y a la desigualdad de sus dimensiones. Así, el protagonista es el vacío que se establece entre los ángulos para estimular el tránsito que permite el despliegue del tiempo en el espacio, la formulación de la perspectiva y, en definitiva, la creación de la experiencia. El cambio se opera progresivamente. Quizás, porque nosotros, aun siendo los mismos, también hemos cambiado.

Clara Cobo






Scarpia y Z jornadas de arte
Z Pursuit.

    En julio de 2013 fuimos invitados a participar en la exposición “Energía rural y arte contemporáneo” comisariada por Miguel Ángel Moreno y Noelia Centeno en la torre Garci-Mendi de El Carpio,  dentro de la programación de la XII edición de Scarpia.
Una muestra dedicada a la presentación de proyectos de arte contemporáneo impulsados en localidades y espacios rurales, dónde además de Z participaron La Fresnedilla (Obejo), Campo Adentro y La Fragua (Belalcázar). Realizamos una intervención en la azotea de la torre, consistente en una serie de banderas y tarjetones con los que planteábamos un Trivial Pursuit de gran formato en el que explicábamos el proyecto como un acercamiento lúcido y lúdico al arte contemporáneo y para todos los públicos.

¿Qué?  ¿Cómo?, ¿Cuándo? ¿Por qué? Eran las preguntas que las banderas lanzaban al cielo de El Carpio en la torre, respondidas en unas tarjetas de Trivial, acompañados por uno de sus famosos “quesitos” a escala humana (el de color marrón, correspondiente a arte y literatura en el código de temas del juego)  y con la bandera de Z ondeando sobre la instalación.
Ahora, dos meses después, la  pieza llega a Montalbán, siendo instalada en sus calles, contando y compartiendo con los vecinos de la localidad el juego que proponemos con cada edición de Z, del que ellos son partícipes, protagonistas y sobre todo los hacedores de preguntas.

Aprovechamos estas líneas para agradecer de forma a infinita a Scarpia, y los comisarios de la exposición, Miguel y Noelia, su confianza en nosotros, su apuesta por Z y la producción de la pieza, por compartir su proyecto con Montalbán y por hacernos cumplir un sueño: formar parte de una de las propuestas más sólidas de la provincia de Córdoba con la  que crecemos y aprendemos día a día.

Demetrio Salces/Rafael Jiménez.






Alejandro Narden
Beresit

         Berešit baráh Elohim, en el principio creó Dios. Así lo hemos oído siempre: Dios crea de la nada los cielos y la tierra. Sin embargo el relato del Génesis esconde una duda en la mismísima primera palabra. De acuerdo con lo que dicta la gramática, no podemos estar seguros –nunca lo estaremos– de que en realidad el texto no esté diciendo “en un principio”. El artículo determinado lo presuponemos, al traducir; la palabra tendría idéntica forma, si no estuviera. Y, ¿sería acaso lo mismo? Aceptando “en el principio” ampararíamos indefectiblemente la existencia de uno solo, único; si fuera por el contrario “en un principio” estaríamos dejando abierta la puerta a que hubiera habido otros, a que hubiera existido algo previo a Dios y al universo, a que nosotros fuéramos una mera etapa transitoria.






Solimán López.
Gutenberg´s discontinuity
Performance.

La primera obra de que tenga noticia que entierra algo es A bruit secret del papá Duchamp; para quien la desconozca, en ella se esconde un ruido dentro de un ovillo de cordón, bien protegido por sendas placas de un metal pobre, para evitar su visión (ya sabéis, el tío estaba contra lo retiniano, así que un ruido que no se puede ver nunca, lo saca de nuestra vista enterrándolo en un sandwich de latón y cuerda, ni lo puedo ver ni oír). Otra obra cumbre de este pope, Air de Paris, lo enseña todo sin poder ser tocado ni olido, un desacato enorme, casi una broma, dentro de la tradición perfumista francesa, prosapia para la que las esencias son tacto y olor elevados. Estas dos obras, referencia de la producción contemporánea, muestran que a veces lo que se ve no está (como un seísmo) y otras lo que está ni se ve (cual cuerpo obsoleto). Y no lo hace de manera avanzada a su tiempo, sino como un chiste fácil que muchos idolatran.
Contra pronóstico, resulta que muchas de las obras actuales ni están ni se espera su aparición porque tienen una esencia digital para la que todavía muchos buscan un estatuto real. Las obras digitales empezaron no siendo nada para hoy estar por todas partes, razón por la que va siendo hora de darles muerte, digna o no, pero muerte.
¿Dónde sitúo el archivo digital?, ¿dónde se encuentra el origen de todo esto? Incluso cabe preguntarse acerca del emplazamiento de la matriz sobre la que inscribo esto que lees
Estas reflexiones son consubstanciales al arte digital, tal vez el que más se ha preguntado sobre sí mismo y el lugar en que se encuentra, porque sigue sin verlo claro.
Contra ese andar a tientas se aportan muchas soluciones que no es ninguna, porque el arte digital es de suyo, como todo lo humano, efímero; y con ese rasgo tan importante de lo humano que la maravilla de la modernidad había olvidado porque nos creímos testigos del absoluto, lo digital vuelve a ponernos al habla y nos enfrenta a una calavera con la que entablar esta serie irrepetible que es la secuencia Gutenberg Discontinuity.

Nilo Casares

Extraído de www.soliman-lopez.com







ESCENARIOS

     Desvirtuemos. Saquemos el teatro a la calle. y todo lo que con él conlleva y dejemos el edificio vacío. En ese caso ¿el teatro es teatro o solo un edificio vacío? Y si la obra está en la calle, ¿las calles son el teatro?
Escenarios es una propuesta creativa, donde se ofrecen piezas de música, danza y teatro que habitualmente encontramos en edificios adaptados para este tipo de muestra, pero que hoy toman la calle, para que la calle sea la protagonista, para que el entorno y  cualquier rincón de Montalbán pueda convertirse en un escenario válido, en un campo de acción y trabajo cuya escenografía la da el medio.

Para ello, durante esta jornada podremos disfrutar de Col-lectiu- LOOPA + Cesar Yagüe/ Sara Vázquez. Un grupo joven de Málaga que trabaja en la fusión de la música, la pintura y el propio escenario. Diferentes proyecciones de pintura en movimiento se dibujan en una pantalla mientras interpretan piezas musicales con un fondo ambiental y psicodélico. Improvisación, audiovisuales y sonido, se entremezclan en una propuesta multidisciplinar en la que el componente accionista y efímero es contundente y necesario.

Amigos de la música es una apuesta por la escena joven montalbeña, por la cantera. De este círculo de amigos se podría decir que ha renacido la escena musical y cultural  en Montalbán correspondiendo gran parte  al buen hacer de su director José María Moreno. Su participación en Z, En Escena, corresponde a la celebración de una de las veladas musicales que vienen realizando en la localidad y que supone un intenso estímulo cultural en Montalbán de Córdoba.

Paco Nevado  propone la performance A 7 metros. Una pieza que persigue un encuentro con el pasado y la memoria, a través de la combinación de danza contemporánea y movimiento junto a audiovisuales. En plena calle, en una pequeña plaza pública, Nevado protagoniza un intento de recuperación del tiempo perdido, del pasado de su propia memoria  familiar que  tiene origen en el descubrimiento de un secreto callado durante años.

El título de su segundo trabajo discográfico “la cuerda floja”, se puede interpretar de varias formas; es quizá la comparación del día a día con un circo donde cada uno de nosotros somos los propios actores, la visión que convierte al cantautor Lucas Rodríguez en un componente fundamental para  Escenarios, cerrando el recorrido a través de sensaciones e interrogantes en forma de canciones en una actuación íntima que pone el broche perfecto a la velada.





 CUATRO ACTOS PARA UNA OBRA.

     Desde el inicio de las prácticas artísticas en torno al cuerpo y la presencia del artista dirigida hacia un acontecimiento en el que la participación del público era parte primordial, (mirando hacia atrás la veladas futuristas y dadá ya habían producido experiencias parecidas a principios del siglo XX), uno de los objetivos de cierta parte de la  performance (del inglés: actuación)  se encaminaba hacia su diferenciación del teatro y la práctica escénica entendida de una forma tradicional, pues su punto de partida era radicalmente distinto.
Este afán rupturista generaba a su vez un deseo de análisis de los parecidos, diálogos e hibridaciones que podían surgir entre la presencia del artista entendida como parte de una obra dramatúrgica en la que se acomete la  interpretación de un texto bajo las órdenes de un director (en el teatro) , y  de la presencia en el espacio del creador como único elemento y en el que él mismo se presenta, y no representa ni interpreta ningún papel como es el caso de la performance.

Si el artista de performance se hace una herida, se hace una herida. Si el actor de teatro debe hacerse una herida, finge hacerse una herida, y emplea los agentes externos necesarios  para llevar a cabo ese simulacro.

Evidentemente, y resumiendo de sobremanera esta diferencia entre representación y presentación, entre ser, hacer y  representar, ha pasado mucho tiempo y al igual que cierta parte de las prácticas conceptuales y visuales derivaron en el arte de acción, el teatro ha realizado su propio camino en el terreno de la exploración de posibilidad y cambio de sus propios pilares y valores entendidos como tradicionales o clásicos.
Las prácticas se relacionan, se contaminan, se combinan, hacen un uso no reglado y experimental de elementos de ambas. Podríamos decir por tanto y sin equivocarnos, que existen prácticas teatrales actuales muy performativas, y de la misma manera, hay performance o acciones muy teatrales.

Sin ánimo de ahondar, pues no es el cometido de este texto, ni de desglosar punto a punto esta temática,  Cuatro acciones para una obra plantea un experimento colectivo en torno al arte de acción, la performance  y el teatro como contenedor y espacio escénico. Cuatro acciones para una obra significa confrontar de forma directa al arte de acción y la performance  con el lugar del que pretendía diferenciarse; significa avisar al público de que van al teatro a ver algo que no es teatro, pero que en gran parte también puede serlo.
Las propuestas de Isabel León , Jose Iglesias Gª-Arenal , Pedro Alba  y Domix Garrido van encaminadas hacia el uso del teatro y sus elementos como espacio de acción y actuación; a romper la barrera con el público a la que la representación y el entorno teatral invita; a utilizar el cuerpo, el tiempo y la presencia como catalizador de una experiencia que proporciona, en conjunto, la estructura de una obra de teatro que no es tal, de una gran pieza sin sentido narrativo pero con un denominador común, la experimentación y el hecho de convivir en una experiencia que no se repetirá, en una obra de una sola función.





EN ESCENA.


    “El mundo es un escenario y todos los hombres y mujeres meros actores”.
                                                                                                                      William Shakespeare.

El escenario es el espacio físico que tienen en común todos los intérpretes para desarrollar su representación; la escena es el arte de la interpretación. La persona convertida en personaje buscando la expresión mediante su cuerpo y el espacio en un momento determinado.  Todo es efímero.
 Sin embargo, el artista plástico no trabaja en la escena. Se centra en la pieza, en el objeto, en el contenido, en la imagen. No puede vivir el escenario  de la misma manera. A lo largo de la historia del arte numerosas obras plasman momentos de la vida cotidiana como si de una representación teatral se tratara. Pero, sin embargo puede mostrarse a sí mismo  utilizando ciertos recursos (la autoreferencia, el autorretrato, la parodia, la autobiografía) como personaje en una situación conocida pero alterada.

Recordamos a  Doménico Cieri cuando enunciaba: “Allí está el fastuoso escenario de la vida para los que saben mirar”. Puede que el artista quede excluido de la representación de la obra y pase a ser un personaje de los que saben mirar y convertir lo más cotidiano en una representación de lo real, en una repetición dramatúrgica de lo más banal y común.

Desde este punto de partida podemos contemplar la obra de la artista Cristina Megía, quién representa ambientes y momentos de una cotidianidad singular, íntima pero a la vez perteneciente al imaginario común. Instantes fugaces de un desnudo en una habitación de hotel, un momento de sueño en un dormitorio cualquiera, el inicio de una relación sexual…  Cristina los transforma en fragmentos poéticos como si de  fotogramas de una película se tratase. Bajo una marcada influencia cinematográfica que nos remite asimismo a las escenas pintadas por Hopper, espacio, luz y figura revelan momentos personales que nos sitúan como voyeurs de algo que no deberíamos ver pero que la autora nos enseña.

De diferente manera  y abordando situaciones de una cotidianeidad básica y compartida pero no por ello con menos carga y contundencia,  el trabajo de Francisco Buenavida se basa cuestionar y poner en tela de juicio ciertos tópicos acerca de la relación típica de lo conocido como masculino y las faenas del hogar. Es por medio de un elemento como el hombre de  juguete, y  usando como medio una pequeña puesta en escena escultórica cargada de detalles como es el diorama,  dónde Buenavida a través de un marcado sentido del humor  y sarcasmo representa auténticas pesadillas para el “macho” en relación a las tareas domésticas, convirtiendo a sus pequeños personajes en víctimas paródicas y a sus obras en pequeños relatos y escenas abiertas a la imaginación, en una suerte de teatro casi cómico de la propia vida.

La escena diaria también domina las imágenes a medio camino entre realidad, nostalgia y ficción  de  Carlos Sagrera, quien desde una plástica elaborada y detallista  nos aborda con alteraciones de espacios comunes y conocidos (salones, dormitorios, pasillos…)  transformándolos en misteriosos e inquietantes lugares que nos son  familiares  y que se acercan a la imagen mental de los recuerdos, dónde el elemento común siempre es   la ausencia de figuras que lo habiten. Lo escenográfico en la obra de Sagrera radica en la presencia de objetos y ausencia de elementos, el olvido de lo más cercano y la reconstrucción mental y física de lo que queremos recordar. Un escenario por el que los personajes ya han pasado y sólo vemos su huella.

Por su parte, Nieves Galiot nos aporta cierta dosis de melancolía. Una vida resumida en imágenes de un libro. Como un diario, un álbum de fotos de una vida a través de una intervención delicada y detallista que dota de vida y memoria al objeto. Pequeños poemas objetuales que tienen su origen  en la literatura, la tierra y la fragilidad. Partiendo del poemario de Rosalía Castro En las orillas del Sar, jugando con la propuesta literaria a través del libro de artista como medio, Galiot nos adentra en su personal y sutil universo

El actor interpreta un personaje, se mete en la piel de quién no es y sigue unas pautas lógicas y razonables según unas directrices que contribuyan a redondear la  construcción del ser ficticio que encarna. En la obra de Arturo Comas, él mismo es el personaje compartiendo labor con la de autor y figura representada. Se muestra al espectador de forma directa a través del autorretrato fotográfico, él mismo y las alteraciones sobre su cuerpo son los únicos protagonistas. La búsqueda y el análisis del significado de lo absurdo asoma a través de las pequeñas variaciones  que perpetra contra sí mismo y  originan un universo autoparódico que cuestiona la naturaleza del fotografiado. Lo ilógico  y surrealista que deriva de la veracidad que debería aportar sobre una realidad el medio fotográfico.
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Noelia García Bandera  utiliza elementos directamente extraídos del teatro, la ópera y el drama en un sentido tradicional (escenario, telón, patio de butacas, piano, máscaras,…) dándole un sentido vivo a través del vídeo y la fotografía. En Sonata Muda toma como punto de partida el uso original de un tipo de máscara veneciana, la moretta creada en el siglo XVI y utilizada solo por las mujeres patricias. La moretta permanecía fija a la cara a través de un botón insertado entre los dientes de quién la usaba y no de cintas o bandas. Los excesos o la falta de decoro del vestuario de carnaval se atajaba impidiendo el uso de la palabra. El cuerpo y el gesto como único medio en un contexto teatral y opresor hacia la mujer siendo explorado a través de la imagen en movimiento encamina el trabajo de García Bandera  hacia un sentido performativo y accionista, hacia esa concepción del arte “vivo” y que pasa delante de nosotros que no desdeña la carga social entre memoria e historia en torno a la exploración del género.




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